• 1 kg. de castañas

Primero, precalentamos el horno a 200ºC. Mientras tanto, hacemos un corte a cada castaña para que no estallen en el horno. La incisión debe ser pequeña y lateral, como si fuéramos a pelar una patata. El corte debe atravesar la piel exterior y la interior, procurando no arrancar la piel del fruto.
A continuación las introducimos en el horno, sin apilar, y las dejamos hornear durante media hora, comprobando de vez en cuando que no se quemen.

Transcurrido el tiempo de cocción, sacamos las castañas del horno y las pelamos con el cuidado necesario para no quemarnos. Debido a que la mejor manera de quitarles la piel es mientras están calientes, si durante el proceso algunas se enfrían ponlas en el microondas durante 4-5 segundos por castaña.

Para conservarlas calientes unas pocas horas te aconsejamos que las coloques en un cucurucho de papel de periódico, de la manera más tradicional en estas fechas otoñales.

La castaña es el fruto seco con menos grasa, es decir, bajo en calorías. Es rica en hidratos de carbono y, aunque es de absorción lenta, aporta proteínas, vitamina C, potasio y cobre.

Aunque su sabor no es dulce, las castañas asadas se suelen comer al final de las comidas festivas otoñales o como merienda en las tardes frescas.

Popularmente, su consumo es alrededor del 1 de noviembre, día de Todos los Santos. Una tradición que ha pasado de generación en generación, llegando a la venta de castañas asadas en puestos en la calle por muchachos de institutos con el fin de recolectar dinero para sus viajes de fin de curso.

Las castañas asadas se suelen acompañar de un vino dulce o incluso un moscatel.